29/03/2010

¡Que estúpida ilusión mía había sido todo esto! No, los pasadizos seguían paralelos, como antes, aunque ahora el muro que los separaba fuera como un muro de vidrio y yo pudiese verlo como una figura silenciosa e intocable…

No, ni siquiera ese muro era siempre así: a veces volvía a ser piedra negra y entonces yo no sabía que pasaba del otro lado, qué era de él en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos acontecían. […] Toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía, y en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío.

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